viernes, 26 de febrero de 2016

Cocinar con leña!

Cocinar con leña nos hace “leña”

A las nueve de la mañana, de lunes a sábado, en una casa de la colonia el Palmar de Santa Ana, los maltratados ladrillos del paredón reciben su cotidiano revestimiento cenizo. Las fisuras dejadas por los años se llenan de una densa corriente de humo producida por la leña encendida, al tiempo que los ojos se enrojecen, la garganta se reseca y se vive una angustiante dificultad por respirar.
Foto: Johnny Benítez
Doña Elsy López inicia la preparación de la cocina para introducirle la leña y, con ayuda de bolsas de plástico, darle fuego.
El uso de la leña como combustible para cocinar es una bomba de tiempo capaz de causar severos daños a la salud y al medio ambiente. El cuadro se torna más negro cuando, según datos del Ministerio del Medio Ambiente y Recursos Naturales , en El Salvador aproximadamente el 65% de la población hace uso de esta práctica.
Y es que los impactos de seguir expuestos al humo tóxico son fulminantes, sobretodo en mujeres y niños, y pueden devenir en problemas graves de vías respiratorias, quemaduras y llegar hasta la mortalidad infantil.
Aunado a estos problemas, el país está agotando sus ya escasos recursos forestales.
Somos un país deforestado
Las luces de alerta se encendieron desde que a finales de los años 90, El Salvador era el segundo país más deforestado de Latinoamérica, sólo detrás de Haití. Nada peor que gastar lo que se necesita.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) somos el país de Centroamérica que presenta una de las condiciones ambientales más deterioradas: el dos por ciento del territorio cubierto por bosque natural secundario y más del 75 por ciento de los suelos experimentan cierto grado de erosión.
En ese mismo informe, se declara que entre el 51 y el 69 por ciento del consumo energético proviene de la quema de leña. En el campo, el consumo de leña representa el 92 por ciento del consumo de energía. Como consecuencia se ha incrementado la deforestación en un promedio de 4,500 hectáreas por año.
Sin embargo, “a coyol quebrado coyol comido”. Todas estas cifras no impactan tanto como el ahorro que trae consigo la utilización de la leña.
Alta rentabilidad a alto costo
Stanley Hernández, de 39 años, tiene una pequeña tortillería, situada en la colonia El Palmar de la ciudad de Santa Ana.
Aunque sólo tiene dos años con su pequeña empresa, la experiencia le ha valido para aprender sobre costos y beneficios. Hernández utiliza leña para cocer el maíz. Pero no siempre fue así.
En un inicio, Stanley utilizaba gas para dicho fin. Pero el negocio podía pintar mejor aunque no fuera lo más sano: “Antes tenía que comprar de cinco a seis cilindros de gaspara toda la semana, eso me significaba un gasto de casi 22 dólares”, comenta, “ahora con un pante – cuatro varas de largo por un metro de alto - de leña, que me dura casi los dos meses, gasto entre 12 y 15 dólares”.
De esta forma los números de su actividad mejoraron, pero su salud no acompaño este repunte financiero. “Hoy sólo puedo cocinar un día a la semana, porque cuando estoy cerca del humo me empieza la resequedad en la boca y una sensación de asfixia que me pone bastante mal”, afirma Hernández.
De hecho, el otorrinolaringólogo, Dr. Carlos Linares, sentencia que el problema puede llegar hasta un enfisema pulmonar si no se siguen las recomendaciones dictadas: “La inflamación de la mucosa que se encuentra en su aparato respiratorio puede darle problemas de bronquios, vías respiratorias y pulmones, en definitiva lo que él debe hacer es dejar el humo”, receta el galeno.
Un detalle poco conocido del uso de la leña para cocinar es que, esta necesita de un catalizador para su combustión, y este normalmente son las bolsas de plástico, pues el gas también resulta demasiado caro.
Doña Elsy López, tortillera por más de 20 años, cocinera de un pequeño negocio de comida en Santa Ana, agrega que aunque sabe de los peligros de exponerse diariamente al humo de la madera, prefiere esta porque permite ahorrarse considerable cantidad de tiempo en su trabajo: “Cocinando con gas se puede tardar cuatro horas lo que con leña hace en una. Yo sé que hace daño, hace tiempo yo padecí de bronquitis por esto, pero en el nombre de Dios me sane porque ya ningún medicamento me pegaba”, agrega.
Daño irreversible
La OMS afirma en su sitio web que el humo que se emite con el uso de la leña es siete veces más tóxico al límite determinado por la Agencia de Protección al Medio Ambiente, (EPA, por sus siglas en inglés). En el mismo informe se dice que una persona muere cada veinte segundos como resultado de esta polución.
El mismo comunicado afirma que en El Salvador “una persona puede pasar entre 3 y 4 horas al día recogiendo leña”, lo que puede repercutir en el tiempo disponible para asistir a la escuela o conseguir trabajo fuera de la casa.
El informe del proyecto “Investigación aplicada sobre el impacto ambiental de la contaminación del agua y sensibilización social sobre la problemática”, realizado por la UCA y FIAES, reporta que el país únicamente cuenta con una cobertura boscosa de menos del 6 por ciento del territorio nacional.
A pesar de que el uso de la leña pueda representar una opción rentable en el corto plazo para más de la mitad de la población salvadoreña que aún realiza esta práctica, lo cierto es que el humo nos está asfixiando y estamos quemando lo poco que tenemos.
Y aunque muchos de estos datos son ampliamente difundidos, parece que la ceguera que produce el CO2 se ha expandido no sólo entre quienes se exponen a él, sino también entre quienes tienen la posibilidad de hacer algo por mejorar. Se nos acaba la leña y la poca que tenemos, nos está haciendo “leña”.

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